Hojas secas de Otoño


El temido frío, la entrada un otoño tímido, adormilado y prudente que envía sus primeras señales de entrada, un otoño de encierro, dejando atrás recuerdos de un reciente verano, sol resplandeciente, calor en abundancia, color de cálidos amarillos, naranjas y verdes, mezcla de colores vivos, en todos sus matices que parecen brillar y aumentan el fulgor de un verano esperado, que motiva los sentidos, humedece las sienes y la cabellera, exhalando el dolor del largo y gélido invierno y cambiando todas nuestras células grises por nuevas color canela, el tacto se vuelve más sensible se siente más los cuerpos cercanos, que dejan ver el esculpido de la naturaleza en cada ser que deambula por las calles, cada individuo como si un artista combinara todas las formas, tamaños, dimensiones y describiera cada ser por sus figuras esculpidas con extrema bondad.

Es otoño, ello ya es sólo un recuerdo, camino por días grises y con vientos suaves entre la naturaleza muerta, hojas resecas que fueron nuestros silenciosos refugios en medio de un sol implacable de verano, hojas que sabiendo de su corta vida no dudaron, no cuestionaron sus existencias, sabiendo que su papel tenía un fin indiscutible, que simple y que grandiosa es una vida sin cuestionamientos, es que acaso no vivimos lo suficiente para saber que no somos seres individuales, sino colectivos y que estamos llamados a ser comunidades de contención y sociedades de amor, tal parece que hemos tomado tan solo una parte del mensaje de la existencia,  que nacimos solos para vivir y servirnos de la vida sin detenernos a reflexionar que estamos interrelacionados por la madre naturaleza y ella nos une como una red de secuencias de diferente origen pero de fin comunes, somos uno y uno somos toda la naturaleza.

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