Cuando camino por la calle de la posta veo una cuadra con los dormitorios sin vidrios, los del aire libre, descanso de mil estrellas de los soñadores del cemento, los que salieron a comprobar la vida que tal vez escucharon de sus padres, y de los que ganan las monedas entre bocinas, por que ellos también buscaban la casa propia, donde se resguardarían del frío de la lluvia y el viento, pero dejaron entrar al viento y se hicieron amigos del frío que no nubla y del sol que calma, que entibia la vereda polvorienta y dibuja un nuevo día.
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