Soledad amiga

Me detengo a pensar en la soledad, escasean las palabras, ahora me parece tan ajena, tan extraña, que ingrata, venías frecuentemente a mi mirada, me veía a través de tus ojos, en vacío, eras la amiga del minuto y de todos ellos juntos, era la inmensidad de días fríos y nubosos, grises de inviernos eternos, tristes, largos e interminables, que pasó, en un pestañazo, no te veo, no te siento, intento mirarte desde esas ventanas, desde esos cristales de antes,  y me cuesta, me quedo muda, y vuelvo escudriñar en todos los rincones de mi conciente, pequeñas señales, frases, estrofas, que fue, olvido, abandono o simplemente nube, será que me has abandonado, en que momento, ahora no soy invitada a tu casa.  No recuerdo cuando me alejé, sólo encuentro en mi memoria el dolor, el vacío infinito, el ardor que recorría mi ser entero, lo gélido, los rasguños del alma, que formaban rasgaduras ensangrentadas, era mi más fiel compañera, fueron tantas las páginas que urdían un mensaje singular propio de mi alma en pena, lágrimas se impregnaron en medio de las líneas, dibujando testimonio de un deambular de implacable angustia de intimidad, desolación, miré tantas veces por el cristal para observar los mundos vecinos, y poseer por un minutos sus vidas para escapar del hielo eterno de esa soledad amiga, pero me tenía bajo prisión de días y días,  noches y más noches, tardes oscuras, meses, y años

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